domingo, 15 de enero de 2012
Cama y redes sociales: una unión peligrosa
He leído esto y es demasiado bueno como para no compartirlo, sacado de aquí!
Siempre me han intrigado el mundo de las aventuras amorosas y la tácita claridad con la que, aparentemente, se mueven sus protagonistas en ese ámbito tan peculiar.
Mejor dicho, el que se enreda en un affaire sabe bien qué busca, qué puede obtener y hasta dónde llegar.
No hablo de relaciones establecidas de ninguna clase, ni siquiera de 'amantazgos'; por lo tanto, aquí no caben ni los compromisos ni los conflictos. Son flirteos puros y simples, cuyos participantes adoptan vagas denominaciones, como 'amigovios', 'amigos con derechos' o 'tinieblos', al decir de algunos.
Ese es el resultado de un mundo en el que se mezclan la informalidad (que permea todos los aspectos de la vida) y la innegable, y a veces inevitable, infidelidad, en la que muchos incurren, pero que pocos reconocen. Aclaro que ni cuestiono ni promuevo la decisión de hacer esta clase de 'acuerdos'. Cada quien es libre de correr el riesgo o no. Lo que no puede pasar es que un affaire, cuya única función debería ser traer placer y agrado, acabe enredando y complicando innecesariamente la vida de sus protagonistas, cuando sale a la luz. Y en eso sí que están jugando un papel las redes sociales.
No es gratuito que el 33% de todas las peticiones de divorcio hechas en el Reino Unido durante el año pasado hayan mencionado al Facebook como una de las causales.
Para los asiduos de los affaires y los coqueteos, el viejo adagio de que 'nada queda oculto bajo el sol' parece haberse transformado, por cuenta de este ciberuniverso, en un 'ningún polvo queda oculto bajo el sol'.
Bueno, debo decir que si hay un lugar en el que quede expuesta la condición humana es en la cama y en todo lo que se deriva de las faenas que se desarrollan en ella. Despierta morbo, mojigatería, chismorreo, inquietud, descalificación y, en no pocas ocasiones, una necesidad irresistible de hacerlo público, de contarlo, sobre todo cuando el protagonista es otro.
En ese estado de cosas, las posibilidades de que un privado desliz acabe convertido en el hashtag del día en Twitter son muy altas. Expuesto el 'pecado', expuestos la condición moral del señalado, su performance en la cama, la calidad de la pareja y hasta sus propiedades anatómicas, créanme: a las víctimas solo les quedan ganas de enterrarse vivas o hacerse un trasplante de cara. Entonces, mis amigos, si la tecnología avanza tanto como para metérsenos al catre, habrá que defenderse con inventiva.
La meta es que cada affaire, se mantenga donde siempre debe estar: en privado y en el anonimato. Hasta luego.
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